jueves, 18 de julio de 2013

CICLO DE CAPACITACIÓN “Ciencias Sociales y Seguridad. Debates necesarios para la inclusión y la participación ciudadana”

En el marco del espacio de debate y capacitación del Programa de Desarrollo Territorial, compartimos con la Fundación "Sembrar Conocimientos", visiones sobre la 'violencia institucional y el mobbing'.


En el marco de un espacio de intercambio para el aprendizaje y la planificación, desde el Plan de desarrollo Territorial copmartimos con dirigentes de la Fundación Sembrar conocimientos. La idea medular en la conformación de este espacio es, en el transcurso del ciclo y con la intervención de distintos actores, problematizar aspectos y temas vinculados con la seguridad, aunando criterios y conocimientos de diferentes disciplinas, logrando una visión más integral de problemáticas  sociales y efectivizando el trabajo a realizar en consecuencia.

Por iniciativa del Programa Desarrollo Territorial se realizará este ciclo que constará de una serie de encuentros con el objeto de capacitar a sus integrantes en temáticas atinentes a la seguridad y reforzar el accionar del programa; coordinando acciones con otros actores sensibles al problema de la Seguridad. En forma progresiva, se llevará a cabo miércoles a miércoles el abordaje de tópicos específicos. En esta oportunidad contamos con la asistencia de miembros de la fundación “Sembrando Conocimientos”, quienes expusieron las nociones de la violencia laboral e institucional; teorizaron al moobing o acoso laboral;  los tipos de violencia y perfiles que puede mostrar un acosador. Seguidamente, Fernando Pequeño y Julieta Rivera, ambos del Programa Desarrollo Territorial, compartieron los trabajos expuestos la semana anterior en la X Reunión de Antropología del Mercosur, “XRAM”, realizada en la provincia de Córdoba.


Ramiro Moreno, Ivana Martínez, Mónica Copa, Liliana Bustos y Nora Aranda, conceptualizaron, primeramente, a la violencia como “una forma de abuso de poder que tiene por finalidad excluir o someter al otro y que puede manifestarse como agresión física, acoso sexual o violencia psicológica”. Explicaron, además, que esta manifestación de la violencia puede ejercerse por acción u omisión, presentarse en un sentido vertical (ascendente o descendente) como entre pares y afectar la salud y el bienestar de las personas. Explayaron la noción del “mobbing”, entendiéndose como el acoso laboral o acoso moral en el lugar del trabajo, conocido frecuentemente a través del término inglés mobbing ('acosar', 'hostigar', 'acorralar en grupo'), es tanto la acción de un hostigador u hostigadores conducente a producir miedo o terror en el trabajador afectado hacia su lugar de trabajo, como el efecto o la enfermedad que produce en el trabajador.


La o las victimas reciben una violencia psicológica injustificada a través de actos negativos y hostiles en el trabajo por parte de sus compañeros (entre iguales), de sus subalternos (en sentido vertical ascendente) o de sus superiores (en sentido vertical descendente, también llamado bossing, del inglés boss, jefe). Dicha violencia psicológica se produce de forma sistemática y recurrente durante un tiempo prolongado, a lo largo de semanas, meses e incluso años, y a la misma en ocasiones se añaden "accidentes fortuitos", y hasta agresiones físicas en los casos más graves.

Lo que se pretende en último término con este hostigamiento, intimidación o perturbación (o normalmente la conjugación de todas ellas) es el abandono del trabajo por parte de la víctima —o víctimas—, la cual es considerada por sus agresores como una molestia o amenaza para sus intereses personales (ambición de poder, de riquezas, posición social, mantenimiento del status quo, etc.).


El científico sueco Heinz Leymann investigó el fenómeno en la década de 1980, y fue quien utilizó por primera vez el término mobbing para referirse al problema. Otros autores destacados en el estudio del acoso moral y del mobbing son la francesa Marie-France Hirigoyen y el español Iñaki Piñuel y Zabala.
La incidencia poblacional del acoso laboral se calcula que se encuentra entre el 10 y el 15 % del total de los trabajadores en activo.


Seguidamente, distinguieron los tipos de violencias de los tipos de violencias laborales; siendo los tipos de violencias:
  • Violencia directa: Aquella que tiene por objetivo destruir, neutralizar (herir o matar). Está referido a agresiones físicas (y otras formas). Se puede generar por muchos factores (múltiples formas de discriminación, intolerancia, competencia, territorialidad, etc.).

  • Violencia estructural: Consiste en agredir a una agrupación colectiva desde la misma estructura política o económica. Así, se consideran casos de violencia estructural aquellos en los que el sistema causa hambre, miseria, enfermedad o incluso la muerte a la población. Serían ejemplos aquellos sistemas cuyos estados o países que no aportan las necesidades básicas a su población. Si nos remitimos a la definición de violencia como la aplicación de métodos fuera de lo natural a personas o cosas para vencer su resistencia, hablaremos de un abuso de autoridad en el que alguien cree tener poder sobre otro. Generalmente se da en las relaciones asimétricas, el hombre sobre la mujer o el padre sobre el hijo, para ejercer el control. Si bien la más visible es la violencia física, manifestada a través de golpes, que suelen dejar marcas en el cuerpo (hematomas y traumatismos)

  • Violencia cultural: Se refiere a los aspectos de la cultura que aportan una legitimidad a la utilización de los instrumentos de la violencia que hemos nombrado anteriormente. Así, por ejemplo, se puede aceptar la violencia en defensa de la fe o en defensa de la religión. Dos casos de violencia cultural pueden ser el de una religión que justifique la realización de guerras santas o de atentados terroristas, así como la legitimidad otorgada al Estado para ejercer la violencia.

  • Violencia emocional: Puede ser más hostil que la primera. Es plasmada a través de desvalorizaciones, amenazas y críticas que funcionan como mandato cultural en algunas familias o grupos sociales y políticos.

Y pudiendo clasificar a las formas de violencia laboral como:

  • Agresión física: Toda conducta que directa o indirectamente esté dirigida a ocasionar un daño físico sobre el o la trabajador o trabajadora.

  • Acoso sexual: Toda conducta o comentario reiterado con connotación sexual basado en el poder, no consentido por quién la recibe.

  • Acoso psicológico: Situación en la que una persona o grupo de personas ejercen un maltrato modal o verbal, alterno o continuado, recurrente y sostenido en el tiempo sobre un trabajador o trabajadora buscando desestabilizarlo, aislarlo, destruir su reputación, deteriorar su autoestima y disminuir su capacidad laboral para poder degradarlo y eliminarlo progresivamente del lugar que ocupa.

Posteriormente aclararon las consecuencias que el ejercicio de estas prácticas de acoso tiene sobre tres espectros:

  • En el trabajador o trabajadora: afecta su salud psico-física y puede producir consecuencias negativas en sus relaciones sociales en general y familiares en particular.

  • En la organización: produce malestar entre los trabajadores/as, disminución en la productividad, desaprovechamiento de capacidades, pérdidas económicas, desprestigio social.

  • En la sociedad: consolida la discriminación, favorece el descreimiento en las instituciones y en la justicia.


Para Fernando Pequeño el objetivo de todas estas teorizaciones debe ser “producir modificaciones a nivel de pautas culturales e ir más allá de las actuaciones individuales de actores que quedan enfrentados o conectados a nivel de las violencias que les produce el sistema en el que están insertos; buscar mecanismos que generen un contrapoder”. Destacó, además, en la reunión que “por una cuestión de pluralidad debemos perder el miedo a las definiciones. Aprender a hablar de violencia institucionales, físicas, simbólicas, o de mobbing, y saber que hay detrás de esos fenómenos y hacerlos circular”.
“Son fundamentales las alianzas para generar un grupo de acción militante, de intervención y discurso político”, señaló el jefe del Programa Desarrollo Territorial.

En la segunda instancia de la jornada Fernando Pequeño y Julieta Rivera compartieron con los miembros de la fundación los trabajos presentados por ellos en la X edición de “RAM”, encuentro científico bianual, en su origen impulsado por la Associação Brasileira de Antropologia (ABA), se realiza desde 1995. Organizada por antropólogos y científicos sociales de universidades e instituciones científicas del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Bolivia y Chile), la RAM promueve la participación de investigadores de los países miembros, así como de universidades o instituciones de los países asociados e integrantes de la comunidad científica internacional.

En tal sentido, dos trabajos de Fernando Pequeño fueron expuestos en la jornada de capacitación Policiamientos y seguridades: etnografías y configuraciones sociales de intervenciones policiales y de las fuerzas de seguridad”, el primero, y Los efectos  del honor y el poder en los cuerpos policiales. Reflexiones desde la Antropología de las Masculinidades”, el segundo. Pequeño expuso  las experiencias recogidas durante el año 2011 en talleres de capacitación dictados de manera conjunta   a estudiantes de las escuelas de policías y de establecimientos públicos  de enseñanza media de la provincia de Salta, organizados en torno a la violencia de género y la diversidad sexual dentro de las instituciones policiales, donde las sorpresas, malestares, silencios o adhesiones  que estos temas generaron en los participantes de esos talleres reflejaban  tanto los cambios y permanencias de estructuras socio-culturales sobre las cuales todavía queda mucho por trabajar para alcanzar una sociedad   democrática y pluralista.


Pequeño tomó dos conceptos: la militarización y la sustentabilidad del cuerpo policial, y desarrolló cómo en este último hay una violencia que se reproduce en la sociedad.

En la institución policial existe cierto mecanismo que sustituye al cuerpo policial, dándole una forma  militar, y tiene que ver con un mecanismo sutil de moldeamiento de los cuerpos, relacionado con la forma de los dispositivos de la militarización produce cuerpos estandarizados y reprimidos, generando violencia en los varones.

El sentido de honor de los varones va totalmente ligado a la forma en que concebimos que un varón debe ser, y aparece codificado culturalmente en la protección. “Para  ser varón hay que ser protector y proveedor”, explicó pequeño. “La respuesta a esos mecanismos va dibujando la estructura psíquica de un varón y culturalmente se engarza en la historia con  lo que la generación del 80 constituyó como la dicotomía barbarie-civilización”, aseguró además. El varón es civilizado cuando es racional y es bárbaro cuando ejerce la violencia para cumplir esos imperativos: ser proveedor y protector.

En la policía se replica con un dispositivo militarizante. La violencia entonces se enquista. Las estructuras formales se mantienen.

Finalmente, Julieta Rivera presentó su trabajo de investigación  ¿Seguridad pública o seguridad ciudadana? Tensiones de un tiempo de transición en la escuela de policía de la provincia de Salta, 2012” , en el cual  contiene su experiencia como docente  en un instituto de formación de la  policía  de Salta durante la segunda mitad del 2012 (una experiencia modelada por la mirada antropológica y la perspectiva de género), a partir de la selección de tres aspectos significativos: cuando el docente es un civil, el programa propuesto para  una materia de ciencias sociales y las producciones de chicos y chicas con los que se trabajó  durante ese tiempo, aspectos-categorías analíticas de la transformación social y política en materia de seguridad pública, así como también de las resistencias que la institución/organización/cultura policial interpone frente a los cambios que identifica como amenazas a determinado orden establecido.

Para la Lic. Rivera es vital virar del modelo de “Seguridad Pública” –imperante actualmente en la provincia de Salta–  hacia un modelo de “Seguridad Ciudadana”, impulsado desde el gobierno nacional. “La cuestión de seguridad deja de ser, así, una función estatal y abre el juego a que las instituciones ciudadanas participen en saber qué es lo que la comunidad  necesita”, reflexión la antropóloga respecto al modelo de seguridad implementado desde el Estado Nacional. “La seguridad pasa a ser una búsqueda del estado de bienestar, sin descuidar  los derechos humanos”, agregó. “Ya no es solo la represión y la salvaguarda de la propiedad  privada, sino a priorizar tareas sociales y de prevención. Desde luego, requiere un compromiso mayor por parte del Estado”, finalizó la antropóloga.


Se intenta con la apertura del espacio en este ciclo producir una visión del problema de las violencias como un problema social, y que por tanto es político. Por ende, el abordaje de sus soluciones debe darse desde la política, un ámbito importante de cambio democrático, colectivo y estructural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario